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domingo, 9 de diciembre de 2018

Gerencia, sociedad y postmodernidad. D. Pino Pascucci


GERENCIA, SOCIEDAD Y POSTMODERNIDAD
D. Pino Pascucci Stelluto

El debate deontológico hay que asumirlo mirando las exigencias humanas de siempre, mirando las expectativas de bien común, justicia social, inclusión, equidad, solidaridad y compromiso social. Tal idea es la que lleva a Habermas a señalar que la utopía no ha muerto, que la modernidad es un proyecto inacabado y que ciertas fallas suyas lo ponen en duda, conduciéndonos, en unos casos, a la postmodernidad, y en otros a una especie de premodernidad. Para Habermas, es necesario establecer la intersubjetividad mediante una acción comunicativa.
La postmodernidad, es verdad, tiene una pluralidad de sentidos porque presenta interpretaciones y valoraciones distintas; para unos se contrapone a la modernidad, para otros no es más que una progresión y una resultante de la modernidad. Respecto de esta última Max Weber expresó que la misma no logró la liberación del hombre, y Bataille añade que con dicho modelo lo que se ha generado es un proceso de trabajo alienado y de acumulación de bienes. Tales críticas son, por demás, válidas y explican el por qué de toda una corriente filosófica cuestionadora.
Ahora bien, encontramos propuestas que procuran corregir los errores de esa historia de la modernidad (Habermas). Pero también hay quienes, desde la postmodernidad, ven con simpatía que a partir de la ciencia se promueva el progreso técnico, útil al desarrollo de unas relaciones sociales de producción fundadas en el provecho exclusivo del capital (Wittgenstein y C. Schmitt).
Ciertamente que en el campo filosófico, en lo epistémico y ontológico, se puja por la necesidad de trascender y superar la pugna entre sujetos y asumir nuestra acción en torno a la especie humana con la finalidad de que su suerte no esté más próxima a la desaparición total. Se trata de que, como lo propone Morín (2000), nos dirijamos a la construcción de una “antropo-ética” en la que aprendamos que el ser humano es individuo, ser social y especie al mismo tiempo. Por lo tanto, en el caso específico de la gerencia actual, debe propenderse a la humanización de las organizaciones, valorizando la cultura para dar al traste con el pragmatismo positivista, encasillador, aplicado a la conducción de los emprendimientos, el cual termina convertido en mero eficientismo, seguramente falso eficientismo.
Al parecer vivimos tiempos de apostasía, razón suficiente para la ineludible construcción de un nuevo humanismo que se funde, como dice Habermas (2008), en la profundización de los valores de la modernidad (libertad, igualdad y fraternidad). Estos valores no están postergados ni agotados, estos valores están siendo enfrentados por el consumismo hedonista de una cierta postmodernidad. Las utopías no han muerto, la historia no ha llegado a su fin, el fin es de la concepción lineal de la misma; ahora, sencillamente, explica Morín (1999), hay que introducir elementos nuevos como la incertidumbre, el caos, el azar, el evento, en suma, la complejidad.
Hay -y no puede negarse- una maximización del “yo”, es decir, el sujeto individual por sobre el “sujeto social” que conduce a que la ética se privatice. No es conveniente, por imperativo del poder de grupos hegemónicos reducidos, apartar los valores esenciales del ser humano social, pues como afirma Morín “todos los humanos, confrontados desde ahora con los mismos problemas de vida y muerte, viven en una misma comunidad de destino” (2000; 20).
La gerencia de hoy debe tener presente que para muchos la vida es un absurdo, sin significado. La ciencia sólo parece contestar preguntas relativas al mecanismo de las cosas y no responde las angustias que el ser humano vive ni las interrogantes que al respecto se formula. Dominar el egoísmo básico, acabar con las guerras, la pobreza y el padecimiento generalizado son aspiraciones que pueden alcanzarse. Existe un reclamo extendido que hace un llamado a la ineludible conciencia responsable. Comprender el mundo de la vida requiere de unos procesos en los cuales la cultura juega un papel significativo, de manera que no basta dejarlos en manos de la ciencia y de la técnica. Aquí, precisamente, es donde Habermas concede a la filosofía la responsabilidad de “actualizar su referencia a la totalidad en su cometido de intérprete de la vida” (2008; 28).
El mundo de la vida, en el que mujeres y hombres existen, debe ser objeto esencial de toda reflexión, no para construir o fundar un modelo de lo absoluto, pero sí para inquirir pensando. Debe haber un compromiso con la justicia, lo cual significa que no es descartable que el bien de todos constituya una idea fundamental, susceptible de concretización para la sociedad.
¿Qué percibimos como realidad en el mundo de hoy? Percibimos que existe una cultura telemática que nos sitúa ante el hecho de que lo global se ha tornado local y lo local se ha vuelto global: en pocas palabras, la glocalidad. Esto en si mismo no es un inconveniente si los términos de las relaciones de poder que la mueven no esconden un mensaje de renuncia a los valores esenciales e inmanentes a la persona humana. Preocupa que fundados en ese desarrollo tecnológico, sobre la base de eufemismos, se nos reduzca a la condición de homo económicus que, dentro de lo que sería la tradicional división internacional del trabajo, reproduzca el rol de la subordinación en el marco de realidades geoestratégicas imbricadas en una relación de centro y periferia.


FUENTES DOCUMENTALES
Attias Basso, Aarón (2016). Una amistad insospechada. Weber y Bataille en torno al desencantamiento del mundo. IX Jornadas de Sociología de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Disponible en: http://jornadassociología.fahce.unlp.edu.ar
HABERMAS, Jürgen (2008). Conciencia moral y acción comunicativa. Editorial Trotta. Madrid, España.
MORÍN, Edgar (1999). La cabeza bien puesta: Repensar la reforma. Reformar el pensamiento. Ediciones Nueva Visión. Buenos Aires, Argentina.
MORÍN, Edgar (2000). Los siete saberes necesarios a la educación del futuro. Ediciones FACES/UCV. Caracas, Venezuela.
Weber, Max. (1973). Ensayos sobre Metodología Sociológica. Amorrortu. Argentina.



miércoles, 7 de noviembre de 2018

Una aproximación al líder y al liderazgo de un tiempo nuevo. D. Pino Pascucci S.

              UNA APROXIMACIÓN AL LÍDER Y AL LIDERAZGO
                                DE UN TIEMPO NUEVO
                                                                                          
                                                                                                         
                                                                                   D. Pino Pascucci S.

En toda organización humana  –las de orden político no son la excepción resulta importante la figura del líder,  aquel que gerencia procesos, tareas, actividades, pues tiene que cumplir el papel de conductor, más aún si los retos de estos tiempos son mayores dadas las complejas realidades, la superación de las visiones reduccionistas  y el surgimiento de ideas que apuntan a la construcción de un mundo con un sentido ético universal. Sin embargo, muchas veces, el papel de conductor o líder encuentra la dificultad de su ejercicio,  toda vez que no se sabe cómo hacerlo, cómo comunicar porque probablemente no se conoce qué significa la expresión líder, de qué manera se es cabeza ductora y en qué consiste la comunicación intersubjetiva más apropiada. A continuación estas interrogantes serán tratadas y respondidas.

QUÉ SIGNIFICA LÍDER:

En los colectivos conformados por personas, independientemente de su naturaleza o finalidad, de si son públicas o privadas, de si se ocupan de lo político, empresarial, educativo, cultural, deportivo, social o de cualquier otra actividad (fundamentalmente la lícita), suele utilizarse la palabra líder para referirse a aquel individuo o equipo que ocupa cargos relevantes o tiene la responsabilidad de conducir, administrar o dirigir tareas trascendentales e inherentes a una organización.

Muchas son las definiciones que, a partir del siglo XIX, se han elaborado alrededor de la palabra líder, siendo de importancia conocer  la esencia del término líder, su etiología, etimología y alcance con la finalidad de manejarlo en forma adecuada y comprender con precisión el fenómeno del cual se ocupa. A propósito de esta intención lingüística, Márquez (2004) refiere que el término es polisémico, que de acuerdo al diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (DRAE) es un calco del vocablo inglés Leader, el cual se utiliza para referirse a la “persona que un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora”.

    Explica el citado autor que el término líder puede utilizarse para aludir a la persona o al equipo que va a la cabeza de una competición. Indica que en un principio fue usado en sentido restringido ya que se limitaba a la actividad política; es decir, líder seria el jefe de un partido político. Sin embargo, con posterioridad se amplió para referirse al campo sindical, religioso, deportivo, económico, empresarial, etc. Hoy en día trasciende lo personal e individual para ser aplicado también en lo institucional, por ejemplo, hablamos de empresa líder, de equipo líder, de país líder respecto a una región o hemisferio en particular.

     Para Napier y Gershenfeld (2000), según la perspectiva teórica del liderazgo varía la figura del líder, así, dichos autores distinguen: liderazgo como poder, la teoría de la organización, la teoría de las características, la teoría de las situaciones, la teoría de la visión y la evaluación ética, para explicar la naturaleza del líder de acuerdo con cada una de ellas.

    Siguiendo a los citados autores, el liderazgo que se centra en acción, en hacer las cosas con la intervención del líder, quien actúa como motor que impulsa al grupo, independientemente del estilo que adopte, es ejercido por una persona guiada por el otorgamiento de poder. En este sentido, se establecen diversas clases de poder: el de referencia, el legítimo, el experto, el de recompensa o el de coerción, según sea el tipo de influencia que se ejerza sobre el área o las personas. En el de referencia, por ejemplo, se acepta voluntariamente la influencia del líder bajo el influjo de la identificación y no de la manipulación. En el poder legítimo, existe una relación de autoridad que genera el derecho de la toma de decisiones. El poder experto se fundamenta en el conocimiento que posee la persona a quien se le otorgan las facultades o atribuciones para representar o decidir. El poder de recompensa normalmente se encuentra referido a situaciones de posición, en tanto que el poder de coerción se manifiesta en situaciones de amenazas.

    En la teoría de la organización se explica el liderazgo ejercido en términos de función y posición jerárquica de donde surgen claras vías de autoridad.

    La teoría de las características explica el liderazgo ejercido por “quien ha nacido para ser líder”, identificando la figura del líder como algo entrañablemente unido a la personalidad.

    La teoría de las situaciones argumenta que las personas pueden adquirir destrezas, conocimientos y habilidades que le permiten ejercer técnicas de liderazgo para cada situación particular.

    El liderazgo visionario o teoría de la visión, conlleva a explorar “las necesidades sociales y llamar la atención del público hacia el futuro” (Napier, ob. cit. Pág. 171).

    La evaluación ética, como forma de liderazgo, requiere la presencia de alguien que induzca a los seguidores a actuar en búsqueda de metas que representen valores, lo que para Calabrese, citado por Napier, incluye “respeto por todos los miembros de la sociedad, tolerancia para con las opiniones y culturas divergentes” (idem. Pág. 172).

    Lo expuesto nos hace traer a colación ciertos estilos de liderazgo, que sirven para ilustrar algunas de las teorías indicadas. 

ALGUNOS ESTILOS DE LIDERAZGO
    En primer término, debe acotarse que el liderazgo no es otra cosa que el ejercicio de actividades a cargo de quien o quienes poseen la condición de líder. Davis y Newstrom (2003) señalan que: “En todos los casos, el liderazgo es el acto final que identifica, desarrolla, canaliza y enriquece el potencial existente en una organización y sus miembros” (Pág. 193).

Autocracia, Autoritarismo, Burocracia, Autoridad
   

Al hablar de líderes y de estilos de liderazgos (autocrático, autoritario y burocrático) como formas de ejercer la autoridad, porque en última instancia liderar, de acuerdo a estos estilos, implica una noción de cara al poder,  es necesario precisar qué connotaciones tiene cada una de esas formas, cuál es su significado y alcance, para de ese modo conocerlas con precisión e identificar su uso, abuso, conveniencia e inconveniencia en el  manejo de las relaciones interpersonales en el seno de una organización.

    Todos los tipos y estilos de liderazgos se nutren del ejercicio de la autoridad, sea ésta política, espiritual, social, ética, entre otras. La autoridad puede emplearse de modos diversos, digamos que en unos casos con excesiva ortodoxia y  en otros  con relativa heterodoxia. La gradualidad del uso de la misma  nos puede colocar en situaciones de liberalidad excesiva rayana en la anarquía, o en situaciones de usar (utendi) y abusar (abutendi) de la autoridad con nefastas consecuencias para el colectivo, para la organización.

    Por autoridad (auctoritas, autoritatis) se entiende –según el DRAE- el carácter o representación de una persona por su empleo, mérito o nacimiento. Es potestad o facultad, es poder que una persona tiene sobre otra que le está subordinada. Hasta aquí este sustantivo no presenta problemas. El inconveniente surge cuando creamos el autoritarismo como modelo para militar en él, y cuando la conducta del guía o dirigente se adjetiva al tornarse en autoritaria.

    El autoritario se identifica como aquel que se  fundamenta exclusivamente en la autoridad, es partidario exagerado, excesivo, del principio de autoridad, pretendiendo por consiguiente la sumisión incondicional de otros, a extremo de generar el autoritarismo como sistema.

    La autocracia (del griego autocratos, gobierno de una sola persona) es un sistema en el cual la voluntad omnímoda de quien gobierna –uno solo- se convierte en la suprema ley. El autócrata es una persona que por cuenta propia ejerce la autoridad absoluta (legibus solutus). En él se funden todos los atributos del poder.

    Burocracia es una expresión de origen francés  (derivada del sustantivo bureau cuyo significado es mueble para escribir, oficina) que  se refiere a la influencia exagerada de los funcionarios públicos en los asuntos del Estado. Usualmente  burocracia, burócrata y burocrático son términos que sugieren la existencia de trámites y procesos tan variados, seguidos y complejos cuya finalidad es la de ejecutar decisiones administrativas. En ocasiones tales características desnaturalizan la actividad que se pretende regir, regular o direccionar. El burócrata actúa como tal investido de autoridad,  suele apegarse a la rutina, a normas más o menos inflexibles y es, en ocasiones, renuente a introducir innovaciones.

    Liderazgo Democrático y Participativo versus Liderazgo Autoritario y Autocrático
    Especial énfasis merecen los liderazgos democrático y participativo, en tanto y en cuanto se perfilan como estilos más apropiados para estos tiempos en los cuales la altísima conflictividad y la necesidad de colmar expectativas requieren de adecuados interlocutores, acciones, propuestas y respuestas concertadas.

    En el liderazgo democrático y en el participativo los seguidores también desempeñan papeles activos. En los liderazgos autoritarios y en los autocráticos la relación con respecto a los seguidores es unidireccional, unilateral, se apoya sobre la base del paradigma “uno, o guía o es guiado”.

Liderazgo Conservador y Liderazgo Progresista

    Se ha insistido en que hay diversas maneras de calificar líderes y liderazgos. No existe, por supuesto, una fórmula ortodoxa y excluyente para acometer tal tarea; pero, es muy importante que al momento de señalar alguna deben tomarse en cuenta las cualidades de tipo subjetivas. Al hacer referencia a estas cualidades conviene indicar aquello que guarda relación con el carácter de los sujetos involucrados, sea el dirigente o el séquito.

    El valor, la simpatía, la posesión de ciertos conocimientos, dotes, cualidades sociales, o la combinación de todas ellas, constituyen las virtudes subjetivas que dan lugar al carácter. Mediante la adecuada utilización de aspectos actitudinales y aptitudinales  es posible organizar y dirigir los intereses y las actividades de un grupo de personas que se unen para la realización de algún proyecto.

    En el caso del líder conservador todas sus capacidades y cualidades están orientadas a fomentar el interés por mantener lo establecido. Este líder es resistente a los cambios y trata de preservar o aumentar la eficacia técnica sobre la base del uso de paradigmas tradicionales.

    El líder progresista fomenta el interés por el cambio de manera que, con la mayor amplitud, se distribuyan los beneficios de éstos entre todos los miembros de la organización, esforzándose también por aumentar la eficacia técnica.

    Podría decirse que el líder conservador tiende a ser más reactivo y el progresista, por lo contrario, tiende a ser más proactivo. En uno u otro caso la influencia del dirigente sobre los seguidores puede ser transmitida en forma directa, a través de otras personas o por medios artificiales.

    Bobbio y Matteucci (1988), intelectuales italianos de destacadas trayectorias en el campo de la sociología, del derecho y de la ciencia política, consideran que el líder conservador es de “routine”, es decir, de rutina porque no crea, no reelabora ni su papel ni el contexto en el que lo desempeña. Este líder, incluido su liderazgo, cumple exclusivamente un rol de guía de una institución en la que, si acaso, le imprime su estilo personal.

    Los autores arriba citados señalan que el líder progresista, incluido su liderazgo, es innovador, reelabora el papel de guía de una institución ya existente, reelabora su propio papel y el de la organización. Para filósofos como Hegel, exponente de la dialéctica idealista, los “grandes líderes” aparecen con más facilidad en aquellas sociedades u organizaciones que se encuentran en fase de rápida transformación estructural. Sin duda, desde la propuesta de los cambios continuos (lo dialéctico), Hegel se refería al líder progresista.

   
LÍDER Y SEGUIDORES
   
    El historiador Orazio Petracca señala que a principios del  siglo XX se gestó una concepción del líder superadora de la concepción tradicional representada por el paradigma “uno, o guía o es guiado”. La nueva visión empezó a señalar que “todos los que guían son igualmente guiados”. Es obvio, conforme a lo señalado, que líder y seguidores se encuentran dentro de una relación de influjo reciproco. Desde esta visión, la realidad del líder y la realidad de sus seguidores son complementarias, al punto de que estos últimos (excepción hecha en las experiencias autoritarias y autocráticas) bien pueden denominarse colaboradores de quien guía o dirige.

    Los seguidores, según las razones por las cuales se unen a su líder, pueden dividirse en dos tipos:
    A. Aquellos que son fieles, cuyo compromiso tiene un alto componente moral.
    B. Aquellos en cuyos casos el motivo fundamental para acompañar al líder es el de un interés determinado y muy particular. Aquí, en un todo de acuerdo con el liderazgo transaccional, ubicamos a los mercenarios.

En materia de relaciones entre líder y seguidores, el problema de fondo es el atinente al conocimiento del por qué quien es guiado sigue a quien lo guía. Ante esta interrogante es útil saber cómo es el comportamiento de algunos líderes. Este comportamiento, en forma diferenciada, constituye una tríada tipológica:

    1) Líderes que son capaces de concebir una gran idea y de cautivar a los seguidores.
    2) Líderes que tienen la capacidad de interpretar a sus seguidores y, por tanto, tienen la habilidad de tornar explícito el sentimiento de quienes les acompañan.
    3) Líderes que representan a sus seguidores y manifiestan la voluntad y opinión conocida y establecida por estos últimos.

    Puede indicarse que las cualidades personales del líder son de capital interés, puesto que constituyen dotes específicas que explican las razones por las que logran controlar a sus seguidores. Entre dichas cualidades se encuentran: la fuerza de voluntad, conocimientos superiores, convicciones profundas, solidez en las ideas, confianza en si mismos, capacidad de concentración y, en algunos casos, bondad de ánimo y desinterés capaces de despertar en los guiados sentimientos que, si bien no están extinguidos, se encuentran adormecidos.

    El líder debe tener ciertos rasgos, a saber: clara definición de ideas, actuación  consustanciada  con   ideas    coherentes   y   bien  determinadas, conocimiento  exacto de lo que se quiere, precisión de a dónde se dirige y por qué va hacia allí y capacidad de comunicar.

    Los rasgos precedentes  señalados activan el liderazgo, el cual no es otra cosa que saber enfrentar acertadamente las adversidades, saber manejar tolerantemente las opiniones opuestas, la discusión, el debate de ideas, la persuasión, aún cuando tenga opositores que no se dejen convencer. Un líder, referida esta expresión a la persona, no puede renunciar al razonamiento como “arma de combate”.

    El liderazgo implica un proceso-situación en el que una o varias personas  (también instituciones,  como ya se ha dicho)  en  mérito  de  la  capacidad que poseen encuentran seguidores. En definitiva, ser líder significa saber iniciar una conducta social; significa dirigir, organizar, administrar, regular los esfuerzos de otros en razón de la capacidad para persuadir y en razón de la empatía que activa la aceptación voluntaria de sus seguidores.

       No debe atribuírsele cualidad de líder a aquella persona, grupo o institución que logra la aceptación por vía impositiva. Cuando hay subordinación por temor o por desventaja estratégica no podemos hablar de aceptación voluntaria de los seguidores; en este último caso, la complejidad de la motivación está signada por situaciones problemáticas o crisis que abonan el camino para lograr el sometimiento de mala gana.

LÍDER, LIDERAZGO VERDADERO Y COMUNICACIÓN EMPÁTICA
El líder verdadero

Al leer el trabajo de Farson (1997), se advierte que el liderazgo adecuado va a depender de circunstancias o situaciones particulares, todo lo cual redundará en beneficios para la organización. El líder debe comprender que la labor tiene que ser interdependiente e interactuante con el grupo, capaz de evocar conocimiento, técnicas y la capacidad de aquellos que se encuentran en la organización.

El líder es democrático cuando acepta las ideas de otros. Con esta conducta logrará promover la inteligencia y la participación de los integrantes del colectivo. En estos casos el  líder no se vale de la autoridad per se, echa mano de una buena disposición para servir a su gente. El mejor líder es aquel que adquiere poder dentro del grupo sin pretender dominarlo, ya que tiene la buena voluntad de serle útil, de consultar a aquellos miembros que no se han expresado y de escuchar atentamente a todos.

Un líder con estas actitudes tiene la virtud de exponer clara y extensamente sus propios puntos de vista y alienta a los miembros de la organización para que planteen  sus pareceres. Su esfuerzo de servir va dirigido a cooperar con el grupo a los fines de que el mismo permanezca concentrado en el asunto que lo ocupa y en las tareas que se deben realizar.

El buen líder es humilde. El mérito rara vez se lo atribuye, lo comparte con los integrantes de la organización en la medida en que les reconoce todo cuanto han aportado y todo cuanto han hecho para el logro de los objetivos trazados. El líder con estas cualidades predica que en cada ser humano hay energía y potencial creativo; pero no solo lo predica sino que lo practica cada vez que genera estímulo y propicia las oportunidades para que las capacidades afloren y se materialicen en realizaciones concretas. Una conducción con estas cualidades personales implica apoyar las propias convicciones en los postulados de la democracia participativa.
 
El líder que actúa del  modo antes señalado tiende a retirar obstáculos y a facilitar procesos, toda vez que posee la habilidad para ayudar a revelar la inventiva y la iniciativa de sus seguidores. Un líder genuino, auténtico, no castra las facultades del grupo, no se las roba ni crea un clima de sobredependencia. Propende a solicitarle a cada integrante acción previsora para que anticipe las necesidades que puedan presentarse y, así, ofrecer soluciones en lugar de problemas.

El líder genuino brinda principios sólidos: integridad, tenacidad, respeto y afecto por quienes dirige. Es transformador porque aquello que es confuso lo torna comprensible. Basa su acción en la confianza (confía en el grupo, en la sabiduría que tiene el colectivo). Genera confianza  ya que los miembros de una organización saben que tratan con alguien que puede comportarse  genuinamente, tal cual como es, sin fachada, fingimientos o acciones defensivas, que - como refiere Farson - no se limita a administrarlos.

Comunicación empática:

Cuando se propone la comunicación empática como clave para las relaciones interpersonales  atinadas, se induce a precisar de qué trata la comunicación y qué significa el calificativo empático.

La comunicación es un proceso de poner en común o intercambiar ideas, sentimientos, creencias, principios y valores. Es, por lo visto, una acción que involucra a sujetos, los cuales utilizan primordialmente la palabra articulada como vehículo para la interacción social. La palabra articulada, que no es el único lenguaje para la comunicación, es un atributo y un don del ser humano.

Lo empático atañe a una capacidad de percibir y de sentir. La percepción y el sentimiento llevan a comprender emociones ajenas como si fueran propias; y para ello es necesario vivir un proceso de identidad, de identificación con el otro u otros, de reconocimiento a la otredad.

La comunicación empática permite la interacción social adecuada. Permite que los seres humanos puedan compartir experiencias, intercambiar pareceres, difundirlos entre los integrantes de una organización, familia, nación o cualquier agrupación humana, llegando a constituir de ese modo el factor principal de unidad.

La comunicación, en general, es el auténtico soporte de la sociedad humana, mucho más si se trata de comunicación empática. La comunicación con apego al paradigma de la empatía lleva a la comprensión profunda y completa del otro, tanto en el plano emocional como en el intelectual.

Toda comunicación empática produce acercamiento, confluencia interpersonal,  diálogo   honesto  y  transparente,   satisfacción,   porque  se procura entender, valorar, apreciar y reconocer. Comunicarse de esta forma es acrecentar la estima mutua, es plenar de riqueza afectiva las relaciones íntersubjetivas. La comunicación empática catapulta la posibilidad de superar el conflicto porque quien primero atiende, quien primero comprende, luego logra atención y comprensión.

Tales resultados satisfactorios y enriquecedores ocurren,  ya que, en el proceso de poner en común, o intercambiar estados subjetivos, el ser humano se vale no sólo del lenguaje oral, sino también del emotivo, del gestual, del corporal y, en ocasiones, del escrito, lo cual hace comprender de verdad la realidad del interlocutor, lo que  está  dentro de su cabeza y dentro de sus emociones.

A MANERA DE COROLARIO

    Quien asuma la responsabilidad de dirigir colectivos humanos, proyectos, instituciones o emprendimientos diversos debe saber que está llamado a jugar el rol de guía; si tiene plena conciencia de ello comprenderá que le tocará ser líder. Si comprende qué significa esto, alcanzará tal condición y la asumirá con la esencia que ella tiene y que ha sido esbozada en las líneas precedentes.

       Para la condición de líder, auténtico y verdadero, no basta la formalidad de estar a la cabeza, de tener el encargo de timonear organizaciones, ideas, programas y  personas, es importante usar herramientas y recursos  válidos, tener capacitación, transmitir saberes, recibir conocimientos y experiencias ajenas; es necesario crear un delta de comunicaciones con canales fluidos y abiertos  que  conecten  con  el  océano  de complejidades, riquezas, opiniones, sentimientos  y  realidades diversas que gravitan en los múltiples universos. El ser humano es parte de una comunidad compleja, y quien desee estimularla, convocarla e invitarla a un hacer transformador, enriquecedor y vital, debe saber construir el liderazgo, verdadero liderazgo, comunicarse empáticamente y actuar con ética, pues como afirma Perdomo (2001) “La Historia propone solamente como modelos ideales a los hombres que han alcanzado las más altas cumbres éticas”.

REFERENCIAS DOCUMENTALES

Bobbio, N. y Matteucci, N. (1988). Diccionario de política. Volumen II. Siglo XXI Editores.  México. D.F., México.

Davis, K. y Newstrom, J. (2003). Comportamiento humano en el trabajo. Undécima edición. Mc Graw Hill. México. D.F., México.

Farson, R. (1997). Administración de lo absurdo. Tomo IV. Editorial Nomos: Colombia.

Márquez, A.  La Palabra.  Diario Últimas Noticias, Caracas,  01-02-2004, pág. 49.

Napier, R. y Gershenfeld, M (2000). Grupos: Teoría y experiencia. Cuarta Edición. Editorial Trillas, México. D.F., México.

Perdomo, R. (2001). Cómo enseñar con base en principios éticos. Universidad de Los Andes. Ediciones del CDCHT. Primera edición. Mérida, Venezuela.

Real Academia Española (2001). Diccionario de la Lengua Española. Vigésima Segunda Edición. Espasa. Madrid, España. 

viernes, 31 de agosto de 2018

LA RENDICIÓN DE CUENTAS EN VENEZUELA UNA APROXIMACIÓN A LA ÉTICA. Miriam Cevedo Marin

LA RENDICIÓN DE CUENTAS EN VENEZUELA
UNA APROXIMACIÓN A LA ÉTICA

MIRYAM CEVEDO MARÍN
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL POLITÉCNICA
DE LA FUERZA ARMADA BOLIVARIANA


RESUMEN

    A partir de una crítica ontológica sobre la Rendición de Cuentas en la gerencia pública venezolana, se desarrolla una reflexión que conduce a analizar los elementos que subyacen en este principio constitucional, especialmente los valores morales y éticos que deben fundamentarlo, sin pretender reducirlo al análisis del lenguaje ético propio de la metaética, o del análisis dialéctico de la norma legal entre el positivismo ideológico y el formulismo jurídico, que invadirían el campo de la filosofía del derecho.

La reflexión nos lleva a la necesidad de construir un modelo de Rendición de Cuentas basado en valores morales e impregnado de conducta ética, que permita armonizar lo justo con lo moral, lo correcto con lo legal,  apoyado en el derecho irrenunciable de los ciudadanos a participar en la gestión de sus gobernantes, con respeto a la dignidad y con preeminencia de los derechos humanos, la libertad, la igualdad y la justicia.

Palabras Clave: Rendición de Cuentas, Ética, Moral, Metaética.

ABSTRACT
From an ontological critique on Accountability in Venezuelan public management, develops a reflection that leads to analyze the elements that underlie this constitutional principle, especially moral and ethical values that should substantiate it, without attempting to reduce it to the analysis of ethical language proper to metaethics, or dialectical analysis of the statute among ideological positivism and legal formalism, which invade the field of the philosophy of law;
 Reflection leads us to the need to build a model of accountability, based on moral values and imbued with ethical conduct, allowing to harmonize just with moral, correctness with legal, based on the inalienable right of citizens to participate in the management of their rulers, with respect for the dignity and pre-eminence of human rights, freedom, equality and justice.

Key Words: accountability, morality, ethics, metaethics.

INTRODUCCIÓN

El presente artículo está basado en una crítica ontológica que permite reflexionar  acerca de los elementos que subyacen en la Rendición de Cuentas en la gerencia pública venezolana, así como su situación frente a la escala de valores éticos y morales que la posicionan ante una sociedad cada vez más activa, que reclama su justa participación en el control de la gestión pública, consagrada en el texto constitucional y sustentada por normas morales y principios éticos, que representan el verdadero sentir de los ciudadanos.

 A partir de la corriente epistemológica que sigue los pasos de la hermenéutica, la crítica y la racionalidad argumentativa,  se pretende reflexionar acerca de los principios éticos inherentes a la función pública, teniendo como objeto de estudio  la Rendición de Cuentas en la gerencia pública venezolana.

Se analizó la norma vigente, a la luz de la distinción entre derecho y moral, y entre validez y justicia, así como la  posibilidad de que existan posturas intermedias, que resulten de la observancia de determinados comportamientos sociales, los cuales generan pautas de conducta que posibilitan el mejor desarrollo de la convivencia, de la autonomía y de la libertad del individuo, a partir de elementos comunes entre los integrantes de la sociedad, que son inherentes a la ética.

La Rendición de Cuentas, en un esquema de transparencia y fundamentada en la ética pública, se convierte así, en una estrategia para favorecer la participación ciudadana y en un instrumento para profundizar la democracia.
DESARROLLO

La palabra ética proviene del latín ethĭcus, y este a su vez, del griego antiguo  ἠθικός -"ethos"-, que significa "costumbre", cuya voz latina "moar, moris" significa moral,  de allí que ambos términos se identifiquen con el carácter y las costumbres.

En La República, Platón (2010)  considera que son los propios individuos los árbitros de lo justo y lo injusto, mientras Aristóteles (2011) plantea que para que un hombre pueda participar de la cultura política,  debe haberse educado en hábitos morales.

Hoy por hoy,  filósofos como Cortina Y Martínez  (2008)  identifican la ética como aquella parte de la filosofía que se dedica a la reflexión sobre la moral y sobre los distintos modos de justificar racionalmente la vida moral; mientras por moral consideran el conjunto de principios, preceptos, patrones de conducta, valores e ideales que en su conjunto conforman un determinado colectivo humano.

En este mismo sentido Tugendhat (2001) expresa:
El origen de la palabra ética no tiene, por consiguiente, nada que ver con lo que entendemos por ética, en latín se tradujo la palabra griega éthikos como morales, mores, quiere decir, usos, costumbres, lo que tampoco corresponde a nuestra comprensión de la ética ni de la moral. Además, aquí se deslizó un error de traducción. En la ética aristotélica encontramos no solo la palabra èthos (con «e» larga) que significa cualidad del carácter, sino también la palabra «ethos» con  («e» breve), que significa costumbre y es, a esta segunda palabra a  la que se ajustó la traducción latina. (p.13-14).

Por su parte Cortina (1990) considerando como moral el conjunto de normas y creencias que determinan lo que las comunidades, grupos de personas o pueblos estiman que es bueno o malo en la acción humana, lo reconocen como su proyecto de felicidad, mientras que la reflexión ética se orienta hacia la identificación de valores y normas que permitan la convivencia entre estos grupos de personas, con diferentes morales.

Savater (1999), recuerda que moral tiene que ver con las costumbres, pero también con las órdenes, pues la mayoría de los preceptos morales suenan como órdenes, y aclara que hay costumbres y órdenes que pueden ser malas, o sea “inmorales”, Mientras que a su juicio, la ética de un hombre libre, nada tiene que ver con los castigos, ni los premios repartidos por la autoridad, ya sea humana o divina. Reconoce que seguirá utilizando las palabras moral y ética como equivalentes, aunque advierte que desde el punto de vista técnico, no tienen idéntico significado, moral es el conjunto de comportamientos y normas que debemos aceptar como válidos, mientras que ética es la  reflexión sobre por qué los consideramos válidos y la comparación con otras “morales” que tienen personas diferentes.

En este orden de ideas, López Aranguren (1995), señala que se suele definir la ética como la parte de la filosofía que trata de los actos morales, entendiendo por actos morales los medidos o regulados por la regula morum. De tal modo que el objeto material de la Ética serían los actos humani (a diferencia de los actos hominis); es decir, los actos libres y deliberados (perfecta o imperfectamente), y  el objeto formal, estos mismos actos, considerados bajo la razón formal de su ordenabilidad por la regula morum.

Por otra parte, expresa Tugendhat (2001) que la ética parece ser actualmente un fenómeno de moda, otros argumentan que lo que está de moda es “hablar de ética”, no obstante,  valdría la pena recordar que la gran revolución ética moderna comienza en 1785 con Kant,  quien rechaza una fundamentación de la ética en otra cosa que no sea imperativo moral mismo, la ética kantiana es “deontológica”, basada en el “deber”,  entendido como obligatoriedad de realizar una acción cuando se sabe racionalmente que es conforme a la ley y que la voluntad se da a sí misma de manera autónoma.

El deber, acota Kant (2000), no debemos entenderlo como una imposición exterior, sino más bien como un sentimiento de auto obligación que conduce a realizar aquello que consideramos correcto no porque nos convenga o nos guste, simplemente porque es lo correcto.

Las nuevas éticas formales discrepan del planteamiento kantiano, en cuanto a considerar a la persona como quien deba comprobar si una norma puede ser universal, es a la comunidad social afectada por esa norma a quien corresponde comprobarlo. Las nuevas éticas formales plantean cómo debería ser el procedimiento (de ahí que se llamen también procedimentales) para llegar a establecer normas que puedan ser consideradas justas y tenidas por universalmente válidas.

En su ética de la justicia, Rawls (1986), inspirado en la ética formal kantiana y en la teoría del Contrato Social, habla de la justicia y de las razones que hacen que una sociedad sea justa.

Pero la verdadera revolución pendiente proclama  Cortina  (2007), es la revolución ética, el rearme moral, porque  cambiar al mundo es cuestión de “buena voluntad”, pero se carece de ella, por lo que por razones de justicia, y hasta de felicidad, considera urgente hacer una revolución ética.

Cortina y Martínez (2008) consideran conveniente distinguir entre lo justo y lo bueno, entre éticas de  justicia y de  felicidad, es decir, entre éticas de mínimos y éticas de máximos, observando que las éticas de mínimos o de justicia se ocupan de la dimensión universalizable del fenómeno moral, es decir, de aquellos deberes de justicia que son exigibles a cualquier ser racional y que componen “exigencias mínimas”, mientras que las éticas de máximos o de felicidad, intentan ofrecer ideales de vida buena, que nos produzcan la mayor  o máxima felicidad posible.  Son éticas de orientación, de modelos, de invitación, de consejos, más no exigibles como las éticas mínimas.

    Antes, Cortina  (1990)  analizó  las más relevantes clasificaciones éticas que se han configurado en el curso de la historia, proponiendo asignar a las diversas morales, la tarea de determinar la conducta en la vida cotidiana, mediante enunciados valorativos que prescriban lo que hay que hacer, mientras que asigna a la ética –de la filosofía moral-  la reflexión sobre las formas de las prescripciones y valoraciones morales. Las morales tendrán un contenido moral directamente prescriptivo, la ética sería mediatamente normativa,  y la metafísica mantendría una neutralidad mayor que la moral y la ética, mientras la metaética, se ocuparía de las clasificaciones éticas.

    La moral es la práctica de hacer el bien y la ética es la reflexión teórica sobre lo que es bueno y lo que es malo, ¿cuál es el bien que se debe hacer? y ¿cuál es el mal que se debe evitar?

      La metaética consiste en aclarar qué tipo de enunciados son éticos ¿qué es lo que decimos cuando afirmamos que algo es bueno y algo es malo? ¿En qué condiciones verificar o validar este tipo de enunciados?

    Si varias personas consideramos que la corrupción es mala, porque poseemos el mismo punto de vista metaético,  probablemente tenemos distintas opiniones de lo que es la corrupción, porque nuestros valores son distintos, es decir, nuestra ética normativa es distinta.  Esta diferencia puede residir en la influencia de la práctica moral sobre la reflexión ética, o la de la reflexión sobre la práctica moral.

    La metaética se ocupa del análisis del sentido y justificación de los conceptos éticos, en esta actividad se plantean cuestiones de tipo metafísico referidas a la posibilidad de descubrir si los valores morales constituyen verdades eternas, independientes de los seres humanos, o si son simplemente convenciones humanas, no intenta responder, como lo hace la ética tradicional, a interrogantes como ¿qué es "lo bueno"?, sino más bien a ¿qué hace una persona cuando habla acerca de lo "bueno"?, o bien ¿qué características son propias del lenguaje moral?   Se trata, en suma, de un discurso elucidatorio que se ocupa a su vez de otro discurso, el moral.

    La metaética se dedica a la investigación  de la naturaleza de los juicios éticos,  así como al estudio de la naturaleza del pensamiento ético y moral, al  responder lo que significa “bien” y “correcto”, así como determinar si los valores morales son objetivos y cómo las actitudes éticas nos motivan. Las respuestas que da, se encuentran enfocada en los problemas de las verdades universales, el ser de Dios, el papel de la razón en los juicios éticos y el significado de los términos éticos en sí mismos.

    Desde el punto de vista metaético existen dos grandes concepciones: la no cognoscitiva y la cognoscitiva. La primera sostiene que no cabe hablar sobre valores morales, en la medida en que simplemente se expresa el estado de conciencia de cada uno, no hay objetividad moral, ni principio moral objetivo.  La cognoscitiva sostiene que existen principios morales objetivos y que el ser humano los puede conocer, su extremo es el iusnaturalismo, que parte de la ley natural, que es el derecho de la naturaleza, con fuerza normativa, es decir, que genera preceptos normativos.

    Junto a la ley natural está la ley positiva,  que Santo Tomás, citado  por Cevedo (2009)  define como la recta ordenación de la razón dirigida al bien común y promulgada por quien detenta el poder en la comunidad. La ley positiva o humana es un producto de la razón. Esta ley positiva está en relación con la ley natural y todas las leyes deben respetar a la ley natural. Dice Santo Tomás que si así no fuera serían corruptas y no válidas, por tanto no existiría la obligación de obedecerlas y respetarlas.

    En el iusnaturalismo una norma, para ser válida, ha de ser justa. La ley positiva tiene que estar siempre de acuerdo con la ley natural. En caso contrario estamos ante la corrupción de la ley y la obligación de obedecerla desaparece.

    No obstante, existen posturas intermedias, que  defienden la existencia de  principios morales que no están dados a priori, sino que son el resultado de la observancia de unos determinados comportamientos sociales, los cuales generan pautas de conducta que posibilitan el mejor desarrollo de la convivencia, de la autonomía y de la libertad del individuo, a partir de elementos comunes entre los integrantes de la sociedad, los cuales son inherentes a la ética.

    Estos elementos comunes, compartidos por los ciudadanos, sea cual fuere su creencia religiosa, su profesión u oficio, su postura ideológica y su condición económica o familiar, que les permiten vivir en armonía, conforme a principios de justicia, libertad, igualdad y solidaridad, a fin de hacer más satisfactoria la convivencia humana, forman parte de  la ética, que al trascender hacia la esfera colectiva y  ponerse al servicio de la colectividad, se denomina ética pública.
     La ética pública es la ciencia del buen comportamiento en el servicio a la ciudadanía, por lo que las actividades y tareas que realizan los funcionarios públicos deben estar orientadas al  bien común, la cual señala principios y valores deseables por la sociedad para ser aplicados por aquellos individuos que desempeñan una función pública, además constituye un importante mecanismo de control sobre la gestión pública, al prevenir y evitar sus abusos, y  limitarlo a ciertas normas y reglas de conducta.

    La ética pública es un instrumento fundamental para evitar la corrupción, se logra con funcionarios públicos capaces, leales a la Constitución y justos,  y  debe entenderse como la suma de principios, valores y procedimientos que orientan  las políticas públicas.

    En nuestro país, la ética pública está consagrada en el contenido del artículo 2, sobre los Principios Fundamentales del texto constitucional (1999)  que reza:
Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de derecho y de justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y, en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político.

    Por otra parte, el artículo 141 establece:
La administración pública está al servicio de los ciudadanos y ciudadanas y se fundamenta en los principios de honestidad, participación, celeridad, eficacia, eficiencia, rendición de cuentas y responsabilidad en el ejercicio de la función pública, con sometimiento pleno a la ley y al derecho.

    Rendir cuentas significa que los funcionarios públicos  cumplan su misión, es decir, sus deberes, con eficiencia y eficacia, es responder a toda la comunidad por parte del gobierno y sus funcionarios, es prestar servicios públicos útiles, económicos, oportunos y de calidad, es asegurar el bienestar general respetando el entorno y la naturaleza.  La Rendición de Cuentas es así, un imperativo ético de servicio y de procuración de satisfacciones y bienestar común.  Este es el sentido ético de la administración pública y, por ende, de la Rendición de Cuentas.

    La autoridad pública debe entonces, rendir cuentas a la comunidad explicando sus acciones y responsabilizándose por sus actos.


    Schedler (2004) considera que la noción de Rendición de Cuentas encierra dos dimensiones básicas: incluye por un lado, la obligación de políticos y funcionarios de informar sobre sus decisiones y de justificarlas en público. Por otro, incluye la capacidad de sancionar a políticos y funcionarios en caso de que hayan violado sus deberes públicos.  También expresa que los gobernantes deben estar abiertos a la inspección pública, deben poder explicar y justificar sus actos, y si incurren en faltas o ilegalidades, deben sujetarse a las sanciones correspondientes.  De esta forma, la Rendición de Cuentas se transforma en un diálogo  crítico entre funcionarios y ciudadanos, es un puente de comunicación permanente que se establece entre las autoridades y la sociedad.

    Es enfático Schedler (2004) cuando afirma que el gobierno democrático rinde cuentas cuando explica o justifica sus acciones a los ciudadanos. Con la Rendición de Cuentas nos aseguramos que las autoridades se responsabilicen  por sus actos y con la transparencia de que actúen de modo ético, por lo que la Rendición de Cuentas clara y precisa por parte de quienes laboran en la gestión pública es un verdadero principio de eficiencia administrativa.

    Sobre el asunto Naessens  (2010) expresa que la confianza en el gobierno es fundamental en cualquier sociedad, en especial cuando los ciudadanos esperan que los servidores públicos sirvan a la pluralidad de intereses con justicia y que administren los recursos de forma correcta. De este modo, la ética se transforma en el soporte ideal para garantizar esta confianza.

    De igual manera Crespo  (2001) acota:
    La Rendición de Cuentas es un elemento esencial de las democracias. Supone la capacidad de las instituciones políticas para hacer responsables a los gobernantes de sus actos y decisiones, en los distintos niveles de poder. Eso permite, dentro de lo posible evitar, prevenir y, en su caso, castigar el abuso de poder. El principio de la Rendición de Cuentas busca conciliar el interés colectivo con el interés particular de los gobernantes. Si los gobernantes, funcionarios, representantes y líderes políticos, es decir, todos los que dispongan de algún poder político, saben que pueden ser llamados a rendir cuentas, que su acción política, su desempeño gubernamental y sus decisiones podrán generar efectos positivos o negativos a su interés personal, tendrán mayor cuidado en el momento de ejercer el poder, y atenderán tanto el interés colectivo como la relación de medios y fines en el quehacer gubernamental, precisamente para que el resultado de sus resoluciones no afecte o perjudique el interés general, o el particular de sus gobernados y representados. p. 7.

    Sobre la base de las ideas expuestas, es oportuno acotar que la transparencia es uno de los valores éticos, consagrados en el texto constitucional, que todo funcionario público debe aplicar en el ejercicio de sus funciones, que representa un deber para los funcionarios públicos y un derecho para los ciudadanos exigirla, que tiene que ver con la información clara y precisa de la gestión de los funcionarios, de su capacidad de comprensión, vigilancia y comunicación que resultan necesarias para la realización de las personas; por lo que al hacer pública la información, se promueve un mecanismo de Rendición de Cuentas, con lo que es posible determinar los errores, prevenirlos y corregirlos.

    Rendir cuentas implica la aceptación de responsabilidades y sus consecuencias por actos propios.

    La Rendición de Cuentas en Venezuela es un proceso político administrativo, cuyos rasgos están vinculados con el paradigma de gestión administrativa propio de la administración pública y con su sistema de control estatuido, mediante el cual los gobernantes dan cuenta de sus decisiones y acciones. Es un sistema complejo que es ejercido por diversos órganos del poder público, en el cual, según expresa Crespo (2001), los actores envían señales a los contralores, las cuales pueden ser comparadas con la memoria de éstos, a partir de lo cual pueden aplicarse castigos y recompensas.

    El Poder Legislativo, en cualquiera de sus ramas, ejerciendo el control político sobre la administración pública, exige la Rendición de Cuentas a los poderes que controla, muchas veces a partir de Memorias y Cuenta de la gestión. Esta Rendición de Cuentas tiene que ver con los mecanismos de control establecidos en la normativa legal que establece el control político. En cuanto a los medios a utilizar en el proceso de Rendición de Cuentas por el legislativo nacional, estadal o municipal, el texto constitucional prevé que se realice a través de un mensaje cuando se trata del Presidente de la República y Memoria y Cuenta cuando son los ministros los que deben rendir cuenta.  Se trata de medios en principio de comunicación directa, sin embargo el desarrollo de la informática y las comunicaciones electrónicas han permitido que del contacto directo con los diputados se pase a medios de comunicación de masa, al ser colocada la información en la página web de la Asamblea Nacional.

    El Poder Ciudadano o Moral, a través de la Contraloría General de la República, y los órganos que integran el Sistema Nacional de Control Fiscal, ejerce el control, vigilancia y fiscalización de los ingresos y gastos, de los bienes y las operaciones relativas a los mismos. Este proceso de Rendición de Cuentas, presenta rasgos típicamente weberianos que plantean, que todos los actos deben ser estatuidos de modo racional, dentro de normas jurídicas y deben ser claramente delimitados, al igual que los poderes para su realización, también se considera el expediente como un principio administrativo y rige el secreto de la información. El propósito es la vigilancia administrativa del cumplimiento de políticas y procesos legalmente establecidos para identificar desviaciones y, verificar la disciplina como principio fundamental de este paradigma administrativo.

    Por su parte, el control de gestión, también establecido en la normativa legal, se identifica con el modelo tecnocrático, que ejerce el control del cumplimiento de metas programadas que legitima la racionalidad economicista.

    Dentro de este marco, la Rendición de Cuentas promueve el control formal, que tiene que ver con los procedimientos administrativos,  y el control de gestión, con el cumplimiento de objetivos y metas previamente planificados y programados, fundamentados en el derecho positivo.  Valdría la pena recordar que una de las premisas del positivismo conceptual  establece la distinción entre derecho y moral y entre validez y justicia, mientras que el positivismo ideológico identifica a la justicia o a la moral con el derecho positivo frente al positivismo teórico o formulismo jurídico, que se apoya en una visión del derecho como manifestación del legislativo. El positivismo conceptual admite la posibilidad de que exista un conjunto de principios morales y de hablar racionalmente de ellos, pero no suscribe ninguna teoría de la justicia, ni ninguna cuestión moral concreta.

    En este sentido, Hart (1961) afirma que el derecho positivo es válido, con independencia de que sea justo o no y que al separar el derecho de la moral, permite sostener la diferencia entre un derecho válido y la justicia de un ordenamiento jurídico. En definitiva, los criterios para identificar a un sistema conceptual son observables y se remiten al cumplimiento de una serie de requisitos.

    Esto nos lleva a reflexionar acerca de la teoría y práctica de la Rendición de Cuentas en Venezuela, de la pertinencia de los sujetos y objetos de la misma, así como los puntos neurálgicos del sistema jurídico-político venezolano, debido a varias consideraciones fundamentales, la primera va dirigida al obstáculo que representa una norma legal basada en el cumplimiento de formalismos y requisitos procedimentales administrativos, divorciada de las exigencias sociales que exigen una lucha frontal contra la corrupción y el enriquecimiento ilícito de los funcionarios públicos; la segunda compete al ente fiscalizador, cuyo diseño institucional no favorece el ejercicio de  su función con independencia y autonomía;  y en tercer lugar, la escasa o inexistente participación ciudadana en la discusión de aquellas normas legales que le atañen.

    En este orden de ideas, Cortina (2010) afirma:
La democracia moralmente deseable y legítima no se reduce a un mero mecanismo, sino que consiste en un modelo de organización social, basado en el reconocimiento de la autonomía de los individuos y de cuantos derechos lleva aparejado el ejercicio de tal capacidad autolegisladora, y en el reconocimiento de que la dirección de la vida comunitaria debe ser el resultado de la igual participación de todos. p. 257.

    Por su parte García Gaspar (2005) expresa que la Rendición de Cuentas no es un requisito legal, es una obligación ética y moral que va más allá de la ley.  La ley y la moral, se ha dicho, son círculos concéntricos con la ley teniendo un radio mucho menor al de la moral. Sostiene que cumplir con la ley no es equivalente a tener una conducta moral, y creerlo lleva necesariamente a actos inmorales.  

    No es extraño comprobar entonces, que el ente fiscalizador entrega finiquitos de ley, que garantiza la revisión de la cuenta sin reparos (“certificado de honestidad”) a funcionarios sometidos al juicio moral de la sociedad, por mostrar signos evidentes y hasta grotescos de riqueza injustificada, mientras que se dictan autos de declaratoria de responsabilidad administrativa, civil y hasta penal, con sanciones accesorias, que incluyen la destitución, suspensión e inhabilitación para la función pública, a funcionarios que han incurrido en vicios o infracciones menores de los procedimientos administrativos, según se desprende de la revisión de las ochocientas ochenta y cinco declaratorias de responsabilidad administrativa, que desde el año 2000 ha efectuado el órgano fiscalizador, de las cuales setecientos noventa, contienen sanciones accesorias desproporcionadas con relación a la infracción cometida por violación a los procedimientos administrativos, ya sea por negligencia, impericia o desconocimiento de la norma, que no afectan el erario público, y que en muchas circunstancias, se justifican con  el acatamiento del principio de la eficacia, que insta al funcionario a hacer las cosas correctas, frente al principio de la eficiencia que le propone hacer las cosas correctamente.

    En otros casos, estas declaratorias son la consecuencia de revisiones extemporáneas, subjetivas y hasta arbitrarias por parte del ente fiscalizador, que crea la norma, la interpreta, la fiscaliza, juzga y penaliza discrecionalmente a los infractores con declaratorias de responsabilidad y casi siempre con sanciones accesorias desproporcionadas, alegando el hecho, de ser  independientes al análisis del daño patrimonial público y del pago de la multa impuesta, por cuanto tales circunstancias, no implican la subsanación o resarcimiento del ilícito cometido y, justificando  actuaciones violatorias al honor y reputación de los administrados con su errónea e inmoral interpretación del principio de legalidad y competencia,  al considerar  que “queda al margen de la repercusión que la medida adoptada tenga en la esfera personal, patrimonial y social del sancionado y que pertenece exclusivamente al ámbito subjetivo e intrínseco del infractor”, según se evidencia en los argumentos  del órgano contralor, de la sentencia número 00333 de la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia, de fecha diecisiete de abril de dos mil doce.

    Ante este panorama, la ética pública, vista desde el punto de vista general, pareciera dirigirse al concepto de lo honesto, mientras que las normas legales persiguen su concepto de lo justo.

    Por otra parte,  pareciera disímil en el sistema jurídico venezolano, la correlación que tiene la norma inferior (Ley Orgánica de la Contraloría General de la República y del Sistema Nacional de Control Fiscal), con referencia al contenido de la norma superior (Constitución de la República Bolivariana de Venezuela), pero los sistemas jurídicos validan sus normas, más que por el contenido, por la determinación de los órganos encargados (facultados por el sistema) para crearlas y los procedimientos que tales órganos deben seguir en su creación.

    A los sistemas normativos, los que tienen en cuenta fundamentalmente el contenido de las normas a los fines de la fundamentación que se realiza a través de un procedimiento lógico denominado derivación o inclusión (que va de la superior a la inferior), Kelsen (1982) los denomina sistemas estáticos materiales. Estáticos, pues no hay órganos directamente encargados de crear las normas y, por ende, todas las normas están contenidas en el sistema ab initio; materiales, pues apoyan la validez de las normas inferiores en la conformidad con el contenido de las normas superiores.

    A los sistemas jurídicos, en los cuales la validez de una norma inferior radica en el haber sido creada por el órgano designado en una norma superior, con arreglo a un procedimiento y a un contenido también previsto en una norma superior, Kelsen los denomina sistemas dinámicos formales. Dinámicos, pues cambian permanentemente sus contenidos en tanto y en cuanto sus normas designan una enorme cantidad de órganos destinados a crear nuevas normas, formales, pues el mayor peso de la validación está en el aspecto procesal de la creación más que en el contenido mismo de las normas. En este último grupo, se ubica la Ley Orgánica de la Contraloría General de la República y del Sistema Nacional de Control Fiscal, ente adjudicatario de la Rendición de Cuentas en Venezuela, autoerigido en  poseedor de la famosa intuición racional para distinguir el "bien del mal" y  el único en condiciones de dictar cánones morales, aunque valga preguntar: ¿Cuales son los criterios para verificar tales intuiciones  y cuáles para calificar la conducta moral de los supervisados?

    Ante estas evidencias, valdría la pena recordar que han transcurrido más de doce años desde que se incorporaron los principios de Rendición de Cuentas y Transparencia en el nuevo texto constitucional y se han aprobado muchas de las llamadas leyes derivadas que señala Kelsen, sin embargo, la Rendición de Cuentas y la Transparencia no han formado hasta ahora, parte de la agenda legislativa y más allá de la creación de algunas condiciones legales, es poco lo que se ha avanzado, a pesar de constituir estos principios, un importante insumo para el desarrollo de la Contraloría Social y los más novedosos y efectivos instrumentos de participación ciudadana consagrados en la carta magna.

    El gobierno democrático sostiene Naessens (2010) rinde cuentas cuando explica sus acciones a los ciudadanos y  actúa con transparencia,  cuando ofrece información sobre su funcionamiento y es sujeto de escrutinio público. Con la Rendición de Cuentas nos aseguramos que las autoridades se responsabilicen  de sus actos y con la transparencia exigimos a los funcionarios que actúen  de modo ético.  También asegura que un gobierno transparente rinde cuentas claras y precisas, cumpliendo con un verdadero principio de “eficiencia administrativa” centrado en el ciudadano como sujeto a quien debe rendirse cuentas.

    De este modo, de acuerdo al Consejo Científico del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo –CLAD-, la Rendición de Cuentas se convierte en una estrategia para favorecer la participación ciudadana y la Contraloría Social, lo que debe permitir profundizar la democracia.

CONCLUSIONES

Podemos concluir afirmando que como resultado de cualquier reflexión acerca de la ética pública, así como  de aquellos patrones y normas de conducta de los funcionarios públicos,  cimentados en los valores colectivos  que caracterizan la sociedad venezolana, surge la urgente e imperiosa necesidad de construir un modelo de Rendición de Cuentas en la gerencia pública, fundamentado en la moral, con respeto a la dignidad de las personas y con preeminencia de los derechos humanos, la libertad, la igualdad, la justicia, la ética y la participación ciudadana, consagrados en el texto constitucional, a partir de una visión incluyente, democrática y plural.

 REFERENCIAS
Aristóteles. (2011) Ética a Nicómaco. Alianza Editorial S.A. Madrid.
Cevedo Marín, M. (2009) Filosofía Jurídica y Política. 5ª.Ed. Livrosca. Caracas.
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Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. (1999) Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela. 36.860. Diciembre 30. 1999.
Cortina, A. (2010) Ética sin moral. Editorial Tenos. Madrid.
Cortina, A. y Martínez, E. (2008) Ética. Ediciones Akai S.A. Madrid.
Crespo, J.A. (2001). Fundamentos Políticos de la Rendición de Cuentas. Serie: Cultura de la Rendición de Cuentas. No. 1. Auditoría Superior de la Federación. México.
GARCÍA GASPAR, E. (2005) Rendición de Cuentas. Una Segunda Opinión. http://contrapeso.info/2005/rendicion_de_cuentas-2/ Extraído el 24 de junio de 2012.
Hart H.L.A. (1961), El Concepto de Derecho. (Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1° ed. 1963, traducido por Genaro R. Carrió.
Kant, I. (2008) Lecciones de Ética. Crítica S.L. Barcelona, España.
Kelsen, H.  (1982) Teoría pura del derecho. Instituto de Investigaciones Jurídicas. Serie G. Estudios Doctrinales No. 20. México.
Ley Orgánica de la Contraloría General de la República y el Sistema Nacional de Control Fiscal. (2001). Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela, 31347. Junio 08, 2001.
López Aranguren, J. L. Ética. Alianza Editorial. Madrid.
Moore, G.E., (1997) Principia Ethica, UNAM. México.
Naessens, H. (2010)  Ética Pública y Transparencia. Congreso Internacional 1810-2010: 200 años de Iberoamérica. Toluca. México.
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Savater, F. (2000) Ética para Amador. 35ªEd.Editorial Ariel. Barcelona. España.
Schedler, A. (2004) ¿Qué es la Rendición de Cuentas? Cuadernos de Transparencia. No. 3. Instituto Federal de Acceso a la Información. México, 2004
Tribunal Suprema de Justicia de la República Bolivariana de Venezuela. Sala Político Administrativa. Sentencia No. 00333 del 17 de abril de 2012.
Tugendhat, E. (2001) Lecciones de Etica. 1ª Ed. Gedisa Editorial. Barcelona. España.

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miércoles, 1 de agosto de 2018

Reseña al Libro "Colapso" de Jared Diamond. Eliu J. Cardozo Sáez


1. Introducción
La presente reseña critica al libro "Colapso" por Jared Diamond (tiene 457 paginas aproximadamente) y apoyado en una reseña en la Revista Geográfica Venezolana por Isaacc Goldstein (ULA), en su volumen 48, (2007). Allí se hace hincapié al problema mundial ambiental y como algunas sociedades sobrevivieron y otras desaparecieron. 

Diamond efectúa una arqueología de países y sociedades que fueron capaces de sobrevivir en base a cinco factores fundamentales que llevan al fracaso de las sociedades, demostrando, a través de numerosos ejemplos, que el factor común en el deterioro de las sociedades que desaparecieron fue el manejo inadecuado de sus recursos naturales. En el análisis de las sociedades pasadas identificó cinco conjuntos de factores implicados en su desaparición o supervivencia: deterioro ambiental, cambio climático, vecinos hostiles, socios comerciales amistosos y respuesta de la sociedad a sus problemas ambientales.

Igualmente el autor divide la obra en dieciséis capítulos, y describe en cada país estudiado las razones por las cuales desaparecieron o lograron sobrevivir. Entre los países y regiones estudiadas están: El Estado de Montana (EE.UU), llegando a la siguiente conclusión: "para que las sociedades puedan afrontar exitosamente sus desafíos ambientales tienen que examinar sus valores culturales y escoger con cuales quedarse y cuales cambiar"(p. 313). 

Prosigue con cuatro casos de sociedades antiguas desaparecidas, La Isla de Pascua descrita como “lo más parecido a un ocaso ecológico puro”, sobre el caso de Las Islas de Pickair y Henderson, el autor desarrolla la importancia del efecto de pérdida de apoyo de sociedades vecinas amistosas en su colapso. La siguiente sociedad fue Anasazi, en el sudoeste de los Estados Unidos de Norteamérica, un caso de colapso basado en la intersección de deterioro ambiental, crecimiento de la población y cambio climático. Y el caso de la sociedad Maya donde intervienen varios factores a su desaparición: los efectos combinados del deterioro ambiental, crecimiento de la población y cambio climático, con el agravante de la aparición del factor de sociedades vecinas hostiles.

Luego en su segunda parte, continua con una serie de tres capítulos, en los que realiza un análisis profundo del desmoronamiento de Groenlandia Noruega, evaluando los cinco conjuntos de factores: deterioro medioambiental, cambio climático, perdida de contacto con Noruega, hostilidades con la población Inuit, y el propio escenario político, social y cultural de la Groenlandia Noruega. La falta de capacidad de adecuación y aprendizaje de los noruegos, además de problemas ambientales y de cambio climático, fueron los principales causantes de su colapso.

Diamond termina la segunda parte del libro con el análisis de otras tres sociedades antiguas: Tikopia, las Tierras Altas de Nueva Guinea y el Japón de la dinastía Tokugawa (Capítulo 9). Sociedades que a pesar de haberse enfrentado a problemas ambientales graves, pudieron sobreponerse a ellos y perdurar. Estas tres sociedades ejemplifican dos aproximaciones totalmente distintas para la resolución de sus problemas: de abajo hacia arriba en el caso de Tikopia y Tierras Altas de Nueva Guinea, y de arriba hacia abajo en el caso de Japón. Aquí se puede notar como existieron sociedades mas dadas a recibir las orientaciones u órdenes de sus jefes para poder avanzar (Japón) y en las otras dos, hubo la participación de las propias comunidades para buscar la solución a sus problemas.

La tercera parte del libro pasa a analizar la situación de las sociedades modernas que se encuentran en situaciones muy diferentes tanto desde el punto de vista de sus problemas ambientales, soluciones a los mismos, y perspectivas de futuro. La situación de Ruanda es un ejemplo claro de las consecuencias de un crecimiento poblacional descontrolado que apoyado en una tradicional violencia étnica, desembocó en un genocidio. 
 
El deterioro ambiental y el cambio climático fueron los catalizadores de un odio étnico descontrolado (p. 314). Otro caso es la comparación que hace de los territorios de Haití y República Dominicana, siendo un ejemplo más del contraste en cuanto a los resultados de culturas e historias de manejo de los recursos naturales distintos en un mismo territorio. Aunque Diamond deja claro que las condiciones ambientales de los territorios de Haití y República Dominicana son distintas, ocupando Haití áreas con condiciones más secas, suelos más pobres, frágiles y con menos capacidad de recuperación. 
 
Los capítulos sobre China (Capítulo 12) y Australia (Capítulo 13) son de sumo interés, ya que ilustran dos ejemplos de sociedades modernas con respecto a sus problemas y desafíos, y la manera como los están abordando. China le sirve de ejemplo a Diamond para describir los doce tipos de problemas ambientales modernos, todos ellos presentes en el país.

2. Descripción y análisis de la variables estudiadas y su impacto.
Diamond ante el análisis efectuado a las diferentes sociedades pasa a formularse las siguientes preguntas: 
¿Cómo es posible que una sociedad no consiguiera percibir los peligros que retrospectivamente nos parecen tan evidentes? ¿Podemos decir que su final fue culpa de los propios habitantes o que, por el contrario, fueron víctimas trágicas de problemas insolubles? ¿Cuánto deterioro ambiental del pasado era no intencionado o imperceptible, y cuánto estuvo porfiadamente forjado por personas que actuaban con plena conciencia de las consecuencias?

Finalmente resume las respuestas a esas preguntas en cuatro escenarios básicos: 1. Fracaso de las sociedades en anticipar los problemas que sus acciones ocasionarían; 2. Fracaso de las sociedades en percibir un problema que ya estaban ocurriendo; 3. Fracaso de las sociedades en el intento de resolver un problema una vez éste es identificado; 4. Fracaso de las sociedades en encontrar una solución viable al problema.

Destaca en su obra el aspecto relacionado con el crecimiento poblacional, el cual según su criterio debe ser tratado como un asunto de derechos humanos, en el aspecto del control del crecimiento poblacional. 
 
3. Evaluación y opinión personal
El estudio y análisis efectuado por Jared Diamond, da una serie de elementos que nos permiten evaluar de acuerdo a sus premisas, cual ha sido el diagnóstico que han hecho sobre estos fenómenos y comportamientos, los organismos internacionales y las asociaciones civiles de diversa índole, tales como: ambiental, ecológica, derechos humanos, pueblos indígenas, entre otros, antes estas recurrentes y permanentes amenazas tanto de gobiernos, estados y sociedades. 
 
En este sentido se puede afirmar que fue a partir de finales del Siglo XIX y XX, cuando se comienzan a organizar una serie de instituciones regionales e internacionales, diversos investigadores y organismos multilaterales, y se plantean las posibles soluciones a estos problemas a partir de los diagnósticos que cada uno hace desde sus visiones de las sociedades y las subsecuentes "malas decisiones que se vienen tomando" a nivel de los estados y organismos regionales, sobre su realidad particular pero que tienen repercusión global. 
 
A esto añadimos los estudios efectuados por investigadores, como Beck Urich donde advierte que "los riesgos si representan una amenaza de destrucción". Es decir el peligro inminente de colapso existe y luego señala: “la clave contra el deterioro del entorno no está precisamente en el entorno, ni tampoco solo en una nueva moral individual, en una nueva ética científica o económica, sino básicamente, en unos sistemas reguladores de las instituciones que históricamente son cuestionables” (p. 25).

Crear organismos e instituciones de carácter global que a su vez impulsen mecanismos que hagan seguimiento a cada una de estas amenazas y, se haga respetar la condición humana por encima de intereses tecnocráticos, económicos y políticos constituye en si un gran reto, ya que las transformaciones se tienen que dar con todos sus elementos.

En este sentido Morin (2007) señala "El desarrollo, con su carácter fundamentalmente técnico y económico, ignora lo que no es calculable o medible, como la vida, el sufrimiento, la alegría, la tristeza, la calidad de vida, la estética, las relaciones con el medio natural..". (P.24). Es decir, esto coloca de manifiesto un sistemático proceso que va entrando en crisis y luego se convierten en decadente, algunos de los sistemas creados por la modernidad, incluyendo los intentos de proyectos de democracias en algunos países. 
 
Todo lo anterior nos lleva a pensar que estamos en vísperas de nuevos desafíos que incluyen comportamientos, compromisos y creación de nuevas instituciones en el contexto local-global. Y es lo que nos motiva a investigar a fin de aportar, en primer lugar ideas de manera individual, pero que en conjunto pudieran sumar las posibles soluciones (en colectivo) a temas que son vitales para la continuación de la vida humana en el planeta. 
 
Cuando un sistema no es capaz de resolver los problemas, tiene que desaparecer, o bien crea un meta-sistema, mas rico, poderoso, mediante un proceso de metamorfosis" (Morin, 2007:p. 28). Estos procesos son dinámicos y hay que tomar en cuenta que además requieren una toma de conciencia por parte de la humanidad, y por esta razón llevan tiempo en materializarse. 
 
¿Como hacer y dar viabilidad a las razones expuestas por Diamond sobre el fracaso de las sociedades en anticiparse, percibir, resolver los problemas?. 
 
Es justamente el reto de la humanidad y de quienes se preocupan por su futuro, dando sus diferentes aportes que sean viables y aplicados, a fin de aportar los elementos, conceptos y categorías necesarios para comprender esas deficiencias que han ido originando en el tiempo las recurrentes fallas y que constituyen debilidades en los sistemas económicos, políticos y sociales, afectando a personas, regiones y sociedades en cualquier parte del planeta.

4. Conclusión
La importancia del estudio de Jared Diamond en su libro "Colapso", reseñado por Goldstein Isaac, está determinado por la cantidad de materiales e informaciones que aporta sobre el comportamiento de diversas sociedades antiguas y modernas, en las cuales el factor humano resalta como el principal causante del desastre, seguido por los factores que señala son coincidentes en diversas regiones estudiadas, en su desaparición o supervivencia: deterioro ambiental, cambio climático, vecinos hostiles, socios comerciales amistosos, y respuesta de la sociedad a sus problemas ambientales. Es urgente revisar los sistemas que soportan la vida en el planeta, sin olvidar el asunto de la presión de un consumo excesivo por parte de los más ricos. La humanidad necesita hablar a nivel mundial acerca de este asunto.
Un aspecto de sumo interés representa el hecho de no olvidar el asunto de la presión de un consumo excesivo por parte de los más ricos. La humanidad necesita hablar y buscar soluciones viables a nivel mundial acerca de este tema.
Crear mecanismos de alertas tempranas, organismos colegiados internacionales, que no estén sujetos a cúpulas de poder (políticos-económicos), ya que por lo general atienden a sus intereses o conveniencias particulares (grupales) y no al colectivo o la sociedad en general. Eso significa y requiere voluntad para romper con viejos esquemas y patrones de conductas o comportamientos que mantienen la reproducción de las relaciones de poder existentes y que forman parte del problema, ante las reales amenazas y riesgos presentes tanto en la actual sociedad como la venidera.
Todo lo expuesto, se logra con un mayor nivel de conciencia colectiva global (CCG1) de los habitantes de la tierra que conforman la sociedad en general, lo que traería como consecuencia cambios de mentalidad, conducta, individual y colectiva, sobre el manejo de los recursos naturales, la biodiversidad, el ambiente, los aportes, retos y decisiones que se nos presenta como civilización.
No se trata de desconocer o ignorar la fragmentación existente producto de los saberes y creencias culturales que minan en las sociedades y que vienen en parte de la herencia cultural de la modernidad, con sus particulares y muy variadas motivaciones, pero ese reto de ir hacia un nivel de consciencia colectiva global implica un esfuerzo colectivo, no individual, mucho menos sectario de ninguna manera.
Referencias Bibliográficas
Baudrillard, J - Morin, E. (2007). “La violencia del mundo”. Monte Avila. Caracas, Venezuela.
Goldstein, Isaacc (2007). Reseña del libro “Colapso” de Jared Diamond. Revista Geográfica Venezolana. Vol. 48. Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela.
Urich, Beck. (1.995). “La democracia y sus enemigos”. Editorial Paidos. Barcelona, España.








1Consciencia colectiva global: (disponible en: https://www.significadode.org/consciencia%20colectiva%20global.htm)