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domingo, 28 de junio de 2020

Cosas de la pandemia. ¿Que hacer?. D. Pino Pascucci

COSAS DE LA PANDEMIA

¿QUÉ HACER?


          D. Pino Pascucci S.

La verdad es que en medio de esta situación de pandemia no resulta fácil resolver tantas exigencias asociadas a diversos problemas, particularmente los concernientes a la educación. El proceso educativo es complejo, exigente, lleno de un sinnúmero de requerimientos a los efectos de que tenga calidad y logre el gran propósito que el mismo tiene.


Ahora bien, debemos ser creativos, inventar, resolver ante esta seria crisis, pero no podemos tapar el sol con un dedo. La situación en nuestra realidad como país es doblemente compleja, amén del problema derivado de la pandemia, enfrentamos una crisis de extraordinarias proporciones y de una magnitud no conocida en los últimos cien años de nuestra historia; por consiguiente, esta crisis humanitaria compleja, esta realidad política, económica y social tan delicada impide grandemente enfrentar los retos que esta nueva era epidemiológica nos ha impuesto.


Tal vez no se ha sopesado bien el momento crítico que estamos confrontando. En días recientes hice referencia a la necesidad de echar mano de la corresponsabilidad como estrategia para construir vida en sociedad, inspirada en la concordia y no en la discordia, en la unidad (respetando la diversidad) y no en la división que debilita e inmunosuprime nuestra fuerza como nación.


Posiblemente por efecto de la litigiosidad autodestructiva instalada en el país no alcanzamos a ver el tamaño de la gran crisis que vive Venezuela, una crisis paragonable, en sus efectos demoledores, a lo vivido por las naciones envueltas en la Segunda Gran Conflagración Mundial: pueblos y ciudades destruidas por bombardeos; niños, jóvenes, ancianos, mujeres y hombres fallecidos en el fragor de la guerra; odio racial, exterminio, holocausto y una diáspora de humanos con tristes recuerdos y muchos dolores en sus equipajes. Por ello pienso que cualquier solución, de cara a las restricciones que nos ha impuesto el letal y diminuto Covid 19, requerirá de inteligencia en mente y corazón, requerirá de Gerencia Avanzada, es decir, de mucho humanismo, de liderazgos conscientes del momento que estamos viviendo, requerirá de estudio, compresión y consideración del contexto histórico en el que se encuentra y navega la realidad venezolana.


No pretendo ser alarmista, pero si quiero llamar la atención, pues si no pensamos con un sentido de trascendencia corremos el grave peligro de la disolución.


A la sociedad toda le toca reflexionar el momento que vive Venezuela. Toca sí, en primer lugar y en grado mayor, a la dirigencia en funciones de gobierno dar el primer paso y oír - pero sobretodo escuchar- a todos los venezolanos. Toca a la dirigencia política, empresarial, académica, científica, espiritual, sindical y social pensar en grande, con la humildad de reconocer los errores y aceptar que las urgencias, por la gravedad de lo que está viviendo nuestra patria, no admiten más demoras ni absurdas estrategias de odios estimuladas por malos consejeros y consentidas por nosotros.


Decía Don Simón Rodríguez:

"o inventamos o erramos". Si no intentamos superar la crisis miraremos con dolor nuestros errores y sus devastadoras consecuencias.


Estudiosos de la filosofía con sobrada razón han dicho que "la costumbre se convierte en enemiga del pensamiento". No nos acostumbremos a ver avanzar el deterioro.


Decía Aristóteles que "el asombro es lo que lleva al hombre a pensar". Tenemos que vencer la indiferencia, debemos asombrarnos y pensar en soluciones abandonando las diatribas inútiles, las agresiones, las descalificaciones y la absurda confrontación que durante más de veinte años ha marcado la suerte de la nación y tienen al país a punto de "extrema unción". Somos un país con grandes potencialidades, un país que ha visto evaporarse casi dos billones de dólares que en las últimas dos décadas ingresaron al fisco nacional por concepto de exportación de petróleo. Hoy la realidad nos golpea a la cara, las condiciones de depauperación en que nos encontramos no las podemos disimular.


Si, superemos esta objetiva extenuación en la que nos encontramos, pero para ello somos necesarios todos. Le corresponde, le toca dar el primer paso a quienes detentan el poder, dar ese paso sin fintas ni gambeteos y si con propósito de enmienda, obrando como Bonus Pater Familiae.


jueves, 4 de junio de 2020

OIGAMOS EL CLAMOR DE LA GENTE. DR. D. PINO PASCUCCI

               OIGAMOS EL CLAMOR DE LA GENTE

                                       D. Pino Pascucci S.

     Sin pasión y sí con mucha reflexión expreso un parecer que debe orientarnos en el debate para encontrar salidas viables, factibles. Sé que tal propósito no es fácil, y menos fácil se hace cuando nos dedicamos a la autoflagelación, a la división, a la descalificación y al insulto. 

      Estamos en un momento muy difícil del destino venezolano. Esta hora menguada -y no es retórica- nos exige mucha inteligencia porque están dadas todas las condiciones para que ocurra, en términos histórico-politicos, lo peor, inclusive la disolución del país; esto último no lo digo por alarmismo, lo digo convencido de que "todos los condimentos están en la olla".

      El país es más que 15 personas en el poder y más que 15 opositores en escena, es más que algunos twitteros o seguidores en las redes; el país somos millones de seres humanos que sufren afuera y sufrimos aquí adentro, la mayoría de estos humanos en precarísimas condiciones. Debemos, con dignidad y seriedad oír el clamor de la gente, ir al sentir del ciudadano común mortal, ciudadano sin cargos ni distinciones honoríficas. Debemos abandonar la comodidad de nuestra cueva para mirar a quienes padecen un infierno en el que las retóricas, las estridencias y las promesas de villas y castillos nada le dicen ni detienen su procesión en el pasillo de la muerte camino a la guillotina.

      Todos, con un mínimo de sindéresis y buen propósito debemos parar la locura que se está viviendo. Las universidades, las academias, los gremios, los sindicatos, las comunidades, las iglesias, en fin, todos, debemos procurar impedir que el cáncer devastador del desatino y la incertidumbre avance en su recorrido destructor del cuerpo exangüe llamado Venezuela.

      Cuando Giovanni Battista Agostino Codazzi Bartolotti , en 1839, terminó de elaborar el mapa de Venezuela, nuestro territorio tenía un poco más de 2 millones de Km2, y por un sin fín de incapacidades, diatribas, peleas y asedios foráneos e indiferencias internas perdimos la mitad de ese territorio. A lo largo de nuestra historia hemos padecido muchos eventos terribles que sumados a los desprecios y vituperios contra la racionalidad, la inteligencia, la concordia, la serenidad y la conciencia han contribuido a que hoy casi todo esté destruido, empezando por el afecto entre nosotros, el derecho a disentir sin ser insultados, el amor por el terruño, el sentido de ciudadanía y de compromiso no oportunista ni miserablemente ambicioso. 

      Después de nuestra independencia hemos perdido tanto que hoy poco nos queda y podemos perderlo todo. Es verdad que hemos tenido muchos connacionales brillantes, que hemos hecho y conquistado cosas extraordinarias, pero también es cierto que un tornado de insensateces ha arrasado cuanto ha encontrado a su paso.

      Todo se habrá perdido si no reflexionamos y nos unimos por el país, si no entendemos que, como en la antigua Grecia, la Kalokagathia, la ciudadanía ha de ser la máxima perfección ética de nosotros. Pareciera que a los líderes les cuesta entender lo que Tales de Mileto aconsejaba al decir "no trabajes para ser bello de rostro, procura más bien ser bello de obras; no te enriquezcas con malas artes", pues el hombre debe ser sagrado para el hombre. De modo, pues, que hace falta filautía (amor propio) para que pueda haber amor por el prójimo, sentido de alteridad.

      El momento es muy delicado y nos toca, desde mi parecer,  activar el sentimiento de Communitas Convivialis, que no es otra cosa que el cum: juntos, y el munus: el don de dar.. todo ello en convivencia, pensando y convencidos de que el  Cum sea el ser de la existencia, eso que valida lo que somos como humanos. 

      Para alentar a todo aquel que quiera liberarse del cepo extremista bien vale citar el Salmo 1 que nos dice:

"Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos".